NOCTURNO
Oh dulce niña pálida,
que como un montón de oro
De tu inocencia cándida
conservas el tesoro;
A quienes los más
audaces, en locos devaneos,
Jamás se han acercado
con carnales deseos;
Tú, que adivinar dejas
inocencias extrañas
En tus ojos velados por
sedosas pestañas,
Y en cuyos dulces
labios__abiertos solo al rezo___
Jamás se habrá posado
ni la sombra de un beso…
Dime quedo, en secreto,
al oído, muy paso,
Con esa voz que tiene
suavidades de raso:
Si entrevieras dormida
a aquél con quien tú sueñas,
Tras las horas de baile
rápidas y risueñas,
y sintieras sus labios
anidarse en tu boca
y recorrer tu cuerpo y
en su lascivia loca
besar todos sus
pliegues de tibio aroma llenos
y las rígidas puntas
rosadas de tus senos;
si en los locos,
ardientes y profundos abrazos
agonizar soñaras de
placer en sus brazos,
por aquel de quien eres
todas las alegrías,
¡Oh dulce niña pálida!,
di, ¿te despertarías?
SILVA, José Asunción.
(1978). Poesías Completas, seguidas de
Prosas Selectas. México: Aguilar.
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